Siempre he pensado que de existir la máquina del tiempo pediría viajar a los orígenes de nuestra civilización, allí donde se construyeron las ideas que han forjado nuestro mundo: Grecia y Roma principalmente. Pero a día de hoy, si lo pienso, creo que una de las etapas más fascinantes de la historia de la humanidad es la que estamos viviendo en la actualidad, pues estamos construyendo un mundo nuevo.

Pero además, si tener conciencia fue lo que inició el despegue del homo sapiens, ahora tenemos conciencia social, lo que va a suponer el despegue de nuestra sociedad en este mundo en construcción que habitamos y en el que podemos plantearnos: ¿cómo queremos vivir?¿cómo nuestras relaciones? ¿cuán sostenible queremos nuestra sociedad?¿cómo podemos construirnos, crecer, colaborar, compartir, replicar,…? Y así un largo etcétera.

Divers+s, diversidad como innovación

No seré ingenuo, en este mundo por construir existen riesgos y derivas peligrosas, pero podemos preveerlas, hacerlas frente, investigar otros caminos. Y estos riesgos y derivas tiene que ver con el exceso (nuevos desarrollos sin control) y el defecto (retornos al pasado: fascismos/nacionalismos).

Por eso creo que hay dos vectores fundamentales para el futuro: la cultura y el diseño:

  1. Con la cultura podemos encontrar puntos medios, eso que siempre se llamó humanismo, y que es el espacio que queda entre el super-yo (totalitarismos) y el infra-yo (religión). Habrá que luchar con esta herramienta para que este espacio sea cada vez más grande, ahora que achican con su regreso estos viejos fantasmas que nunca nos abandonaron.
    También la cultura nos iguala: toda creación cultura nace del alma humana, y ante el hecho creativo todos tenemos sustancia e importancia.
  2. Y el diseño!! la disciplina a la que llegué y en la que vi la posiblidad de cambiar el mundo, pues dispone el oficio de diseñador de varias características fundamentales para repensar el mundo hoy y construir uno mejor entre todos:
    • Mezclamos y usamos con naturalidad y destreza el pensamiento creativo (el divergente, indispensable en la búsqueda de soluciones innovadoras) con el pensamiento convergente, el científico, (aquel que obliga a destilar soluciones efectivas, concretas y reales en un plazo).
    • Estamos acostumbrados a trabajar con perfiles diferentes, muchas veces divergentes, generando el modo de trabajo colaborativo, que permite generar un foco común de consenso sobre una realidad o situación, sus génesis y procedencias, sus posibles enfoques y desarrollos, las herramientas de trabajo a emplear, las necesidades y objetivos a cumplir. En definitiva una mirada común, la base que posibilita la construcción de una nueva realidad, llámese identidad corporativa, aplicación social o modelo de negocio.
    • Trabajamos lo macro y lo micro, diseñamos siempre dentro de sistemas que poseen sistemas, compuestos por sistemas y unidades. Circulamos fluidamente entre lo general y lo particular, entre lo importante y lo superfluo, entre la anécdota y la categoría, y así somos capaces de trabajar lo global desde lo local: siempre somos glocales.
    • Venimos de la cultura del proyecto, lo que hace por un lado que podamos proyectar escenarios de futuro, opciones de desarrollo, que permitan la investigación con costes más centrados.
    • Pero también, y no es una contradicción, trabajamos con una nueva filosofía: el modo beta. Eso es, trabajar testeando, probando y modificando sin soluciones definitivas. En verdad nunca son definitivas, pero menos hoy en un mundo en cambio tan vertiginoso, y además, ¿para qué dificultarnos llegar a una meta que posiblemente se mueva?¿por qué cerrarnos a modificaciones de futuro? Este modo de trabajo, llámese laboratorio, living lab, modelización, maqueta, testeo, permite quitar miedos, trabajando así con más libertad y por lo tanto más enfocado a soluciones innovadoras efectivas; y también trabajando con más rapidez (la búsqueda de la perfección es dura y larga) y con más flexibilidad (incorporando nuevas restricciones, especificaciones, visiones, posibilidades a los proyectos).

En definitiva, tenemos que pensar el propósito de lo que hacemos, hacia dónde caminamos en el mundo, si queremos que el resultado sea un desarrollo con ética, sostenible, inclusivo y ecológico. Desde la comisión europea, en su “Action plan for Design-Driven innovation” (2013) afirma:

“Diversos análisis sobre la contribución del diseño muestran que las empresas que invierten estratégicamente en diseño tienden a ser más rentables y a crecer más rápido. Un uso más sistemático del diseño como herramienta para la innovación centrada en el usuario y orientada al mercado en todos los sectores de la economía, mejoraría la competitividad europea.”

Hay múltiples iniciativas internacionales y locales que trabajan en esta dirección. Dejo aquí algunos enlaces interesantes: